22 de octubre de 2025 – Jerusalén/Gaza – EFE.
Después de que entrara en vigor el alto el fuego entre Israel y Hamás hace doce días, la carne ha comenzado a ingresar en la Franja de Gaza por primera vez en un período de siete meses. No obstante, la cantidad de suministros que llega es todavía muy limitada y los precios de venta son extremadamente elevados, convirtiendo este alimento en un bien de lujo. Como resultado, la gran mayoría de los gazatíes, que han padecido meses de escasez y hambre, aún no ha podido acceder a ella.
Residentes de Gaza informaron que la última vez que la carne entró al enclave palestino fue durante una segunda tregua que se extendió desde enero hasta marzo. Esta tregua finalizó el 18 de marzo, momento en que Israel reanudó su ofensiva e impuso un bloqueo total sobre Gaza por dos meses más. Tras ese bloqueo, la entrada de alimentos se mantuvo, pero en cantidades claramente insuficientes para satisfacer las necesidades de la población, lo que agudizó la crisis humanitaria.
La guerra y el bloqueo se mantuvieron activamente hasta el día 10 de este mes, cuando finalmente se implementó el alto el fuego vigente y se reabrieron algunos cruces fronterizos. Esta reapertura permitió el paso tanto de ayuda humanitaria como de ciertas mercancías comerciales. Sin embargo, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) advirtió que la cantidad de ayuda que ingresa actualmente es de solo 750 toneladas diarias, muy por debajo de las 2.000 toneladas necesarias para cubrir las necesidades básicas de la población.
Durante el periodo de intensa ofensiva y bloqueo, la dieta de los gazatíes se basó principalmente en alimentos enlatados y legumbres, como lentejas, consumidos en porciones muy limitadas. Esta situación ha provocado un grave deterioro nutricional, caracterizado por una marcada deficiencia de proteínas animales y de las vitaminas esenciales que se encuentran en las frutas y verduras frescas, afectando especialmente al norte de Gaza, donde medio millón de personas ya fueron declaradas en estado de hambruna en julio.
Los gazatíes que han sido consultados indicaron que la carne que llega actualmente lo hace a cuentagotas y es importada por comerciantes desde Israel a través del cruce de Kissufim. Los precios en los mercados están fuera del alcance de la mayoría; se reporta que un kilo de pollo cuesta alrededor de 21 dólares, y la carne roja puede alcanzar hasta 120 o 130 dólares. Para las familias desplazadas, como una en Deir al Balah, aunque existe la esperanza de poder ofrecerles una comida con carne a los hijos, los precios resultan prohibitivos y muchos aún no han podido consumirla.
La venta de esta carne se concentra principalmente en el centro y sur de la Franja, en puestos callejeros que utilizan generadores para mantener la refrigeración. A medida que pasa el tiempo y el producto permanece congelado, los vendedores tienden a incrementar aún más los precios. Pese a esto, algunos residentes han celebrado la llegada de la carne en redes sociales, compartiendo imágenes de platos típicos palestinos con pollo. No obstante, la población enfatiza que la situación sigue siendo crítica, señalando que la falta de gas los obliga a cocinar con leña, y que lo que necesitan es ayuda humanitaria, no mercancía comercial a precios inalcanzables.