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Jim Carrey tuvo un papel tan agónico que un experto en tortura militar tuvo que ayudarlo a soportarlo

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Jim Carrey tuvo un papel tan agónico que un experto en tortura militar tuvo que ayudarlo a soportarlo
Jim Carrey tuvo un papel tan agónico que un experto en tortura militar tuvo que ayudarlo a soportarlo

17 de diciembre de 2025 – Farándula – Agencias.

No es nada sencillo ser verde. La interpretación de Jim Carrey como el enemigo de las festividades en la película del año dos mil El Grinch trajo consigo una fuerte dosis de incomodidad física y angustia mental para la estrella. Según una historia detallada del rodaje, el sufrimiento del actor se debió principalmente al elaborado disfraz, las prótesis y el pesado maquillaje necesarios para dar vida al peludo personaje del Dr. Seuss.

Carrey explicó que el traje estaba fabricado con pelo de yak, un material que le provocaba una picazón insoportable y lo desesperaba durante todo el día. Además, el diseño incluía dedos de veinticinco centímetros de largo que le impedían rascarse o tocarse la cara. También debía usar dentaduras postizas que dificultaban su habla y lentes de contacto que cubrían la totalidad de sus globos oculares, reduciendo su visión a un pequeño túnel frente a él.

El productor Brian Grazer señaló que a Carrey se le ofreció la opción de editar sus ojos digitalmente, pero el comediante insistió en usar los dolorosos lentes de contacto. El productor describió estos lentes como si fueran discos de plástico dentro de sus ojos. A esto se sumaba que las prótesis faciales le impedían respirar por la nariz, y el proceso de maquillaje tomaba varias horas cada día, lo que llevó al actor a amenazar con abandonar el proyecto.

Ante la posibilidad de perder a su estrella, el director Ron Howard recordó que el productor encontró una solución poco convencional. Contrataron a Richard Marcinko, quien fue el primer oficial al mando del equipo seis de los Navy SEAL de Estados Unidos. Este hombre era un experto encargado de entrenar a agentes de la CIA y personal de operaciones especiales sobre cómo resistir el encarcelamiento y las técnicas de tortura militar.

Carrey describió a Marcinko como un caballero que le dio consejos muy específicos para soportar el proceso. Entre las recomendaciones del experto figuraban golpearse a sí mismo en la pierna para desviar el dolor, comer todo lo que tuviera a la vista y fumar compulsivamente. Estas tácticas estaban diseñadas para mantener su mente ocupada y ayudarle a tolerar la asfixiante sensación de estar atrapado dentro del complejo disfraz.

El actor detalló posteriormente que, para seguir el consejo de fumar, tuvo que utilizar un porta cigarrillos gigante para evitar que el pelo de yak de su traje se incendiara. Carrey recordó toda la experiencia como algo horrible, destacando el nivel de sacrificio personal que requirió completar la filmación. Gracias a este entrenamiento extremo de resistencia, el actor pudo terminar el rodaje de lo que se convertiría en uno de sus papeles más icónicos.

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