12 de agosto de 2025 – Bogotá – EFE.
La Plaza de Bolívar en Bogotá, generalmente un lugar lleno de vida, amaneció con un silencio inusual este martes, mientras las banderas ondeaban a media asta en señal de luto nacional. Cientos de ciudadanos acudieron para despedir al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, quien falleció el día anterior a consecuencia de un atentado que sufrió hace dos meses.
Desde las ocho de la mañana, la gente se congregó en la entrada del Capitolio Nacional. Media hora después, se abrió al público el acceso al Salón Elíptico, donde se había instalado la cámara ardiente. Los asistentes, en grupos de quince, pasaban frente al féretro, que estaba cubierto con la bandera colombiana y custodiado por miembros de la Guardia Presidencial, la Policía y funcionarios de la Alcaldía.
El ambiente era de recogimiento y respeto. Muchas personas llevaban flores que dejaban junto al ataúd, y antes de retirarse, se persignaban o rezaban en silencio. Entre los asistentes se encontraban familiares y políticos, como el excanciller Álvaro Leyva y el procurador general Gregorio Eljach, quien expresó su dolor por la pérdida de un político que consideraba un demócrata necesario para el país.
Miguel Uribe Turbay, de 39 años, fue atacado el 7 de junio en un parque de Bogotá, recibiendo tres disparos. Tras 64 días en estado crítico, finalmente falleció. Su asesinato, que la Fiscalía investiga con seis detenidos, provocó una ola de condenas a nivel nacional e internacional. La despedida formal comenzó con una ceremonia privada y luego se abrió al público en el Salón Elíptico, el mismo lugar donde se rindieron honores a su abuelo, el expresidente Julio César Turbay.
Aunque la jornada estaba destinada al duelo, no estuvo exenta de momentos de tensión. A mitad de la mañana, algunos asistentes comenzaron a corear consignas contra el presidente Gustavo Petro, de quien Uribe Turbay era un fuerte opositor. El cántico “¡Fuera Petro!” retumbó en la plaza, provocando una respuesta de simpatizantes del partido oficialista.
La situación no escaló a un enfrentamiento mayor, pero generó incomodidad. Sin embargo, la tensión se disipó cuando la multitud se unió en el coro de “¡Uribe, Uribe, Uribe!” mientras se dirigían hacia la entrada del Capitolio. La gente que esperaba en la fila, como María Victoria Cebrián y Luis Alfonso Castellanos, expresaron su dolor y su creencia en el potencial político que el senador tenía antes de que su carrera fuera truncada por la violencia.