26 de agosto de 2025 – Salud – Agencias.
La exposición prenatal al clorpirifos durante el embarazo altera el desarrollo cerebral, manteniendo riesgos para los niños en las comunidades agrícolas. Un estudio reciente vincula este insecticida con cambios estructurales cerebrales y menor habilidad motora en niños y adolescentes de la ciudad de Nueva York.
Esta investigación es la primera en mostrar que la exposición antes del nacimiento puede provocar alteraciones moleculares, celulares y metabólicas duraderas y generalizadas en el cerebro, además de afectar la coordinación motora fina. El estudio fue realizado por científicos de la Universidad de Columbia, el Hospital de Niños de Los Ángeles y la Escuela de Medicina Keck de la USC.
El análisis se centró en 270 niños y adolescentes de madres latinas y afroamericanas, participantes en un estudio de cohorte del Centro para la Salud Ambiental Infantil de Columbia. Se detectaron niveles de clorpirifos en la sangre de sus cordones umbilicales, y posteriormente se les realizaron evaluaciones cerebrales y de comportamiento entre los 6 y 14 años de edad.
Los resultados revelaron que una mayor exposición prenatal estaba consistentemente relacionada con interrupciones más pronunciadas en la estructura, función y metabolismo del cerebro, así como con una velocidad motora más lenta y una programación motora deficiente. La evidencia en múltiples métodos de neuroimagen indicó que la gravedad de las anormalidades aumentaba directamente con el nivel de exposición, lo que sugiere un claro efecto dosis-respuesta.
El uso de pesticidas residenciales fue la principal fuente de exposición para estos niños. Aunque la EPA prohibió el clorpirifos para uso doméstico en interiores en 2001, su uso continúa en la agricultura para cultivos no orgánicos como frutas, verduras y granos. Este uso constante provoca exposición tóxica a través del aire exterior y el polvo, especialmente cerca de las zonas agrícolas.
Virginia Rauh, una de las autoras del estudio, advierte que las exposiciones actuales, a niveles comparables a los del estudio, siguen poniendo en riesgo a los trabajadores agrícolas, mujeres embarazadas y sus hijos. Bradley Peterson, otro autor, señala que las alteraciones cerebrales fueron muy extendidas y que otros pesticidas organofosforados probablemente producen efectos similares, lo que justifica la precaución para minimizar las exposiciones durante el embarazo y la primera infancia.