17 de octubre de 2025 – Londres – EFE.
La reciente decisión del príncipe Andrés de entregar todos sus honores y títulos reales restantes en el Reino Unido marca la culminación de su declive público. El objetivo declarado de esta acción es evitar que los múltiples escándalos que lo rodean sigan perjudicando la labor de la monarquía británica. Este movimiento se produce tras una serie de despojos previos a lo largo de los años.
Desde 2022, el hijo de la difunta reina Isabel II había perdido el tratamiento de “Su Alteza Real” junto con sus patrocinios y grados militares. Aunque hasta ahora conservaba su título de duque de York —a pesar de que la ciudad del mismo nombre lo había revocado—, este último ha sido incluido en la renuncia actual. También ha abandonado sus títulos nobiliarios menores, como el de conde de Inverness y el de barón Killyleagh, y su pertenencia a la prestigiosa y muy selecta Orden de la Jarretera.
La marginación del príncipe Andrés de la vida oficial ya era palpable. En noviembre de 2024, el rey Carlos III le retiró el servicio de seguridad y, al mes siguiente, fue excluido de los eventos navideños de la realeza. Esta exclusión se debió a la revelación de sus conexiones pasadas con el empresario chino Yang Tengbo, a quien el Gobierno británico identificó como un posible espía. Con todas estas pérdidas, el único estatus que le queda es el de príncipe de nacimiento, por ser hijo de la Reina Isabel II y el Duque de Edimburgo.
A pesar de su trágico final en la esfera pública, la vida de Andrés estuvo marcada por una carrera militar significativa. Ingresó en la Armada (Royal Navy) en 1979, donde se especializó como piloto. Su momento más notable fue su participación en la Guerra de Las Malvinas en 1983, pilotando un helicóptero naval y siendo condecorado por actos heroicos. Tras veinte años de servicio, alcanzó el grado de teniente comandante antes de dejar la carrera en 2001, ocupando previamente un puesto en la Dirección de Operaciones Navales del Ministerio de Defensa.
Sin embargo, su historial de escándalos eclipsó sus logros. En 2015, se vio envuelto en acusaciones de abuso sexual de menores por parte de Virginia Giuffre, quien afirmó haber sido forzada a tener relaciones sexuales con él cuando era menor, como parte de la red de tráfico sexual de su amigo Jeffrey Epstein. Las repercusiones se intensificaron en 2019 con la divulgación de imágenes comprometedoras y el posterior arresto y presunto suicidio de Epstein, lo que llevó a Andrés a retirarse de la vida pública ese mismo año.
La situación legal se recrudeció en 2021 con una demanda civil de Giuffre. A pesar de que los abogados de Andrés intentaron usar un acuerdo confidencial de 2009 entre Epstein y Giuffre para desestimar el caso, este fue rechazado. Esto resultó en que la reina le retirara todos sus títulos y patrocinios reales en enero de 2022. Finalmente, el príncipe llegó a un acuerdo extrajudicial millonario con Giuffre, supuestamente financiado por su madre, lo que permitió archivar el caso judicial. La polémica se reavivó recientemente con la publicación de un correo de 2011 a Epstein, desmintiendo la versión de Andrés sobre el cese de contacto, y con un nuevo libro póstumo de Giuffre que lo acusa directamente de abuso, sellando su caída definitiva.