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Mulino cerró el Darién a migrantes durante su primer año como presidente

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Mulino cerró el Darién a migrantes durante su primer año como presidente
Mulino cerró el Darién a migrantes durante su primer año como presidente

30 de junio de 2025 – Bajo Chiquito (Panamá) – EFE.

Cuando José Raúl Mulino asumió la presidencia de Panamá el 1 de julio del año pasado, el tránsito de migrantes por la selva del Darién estaba en uno de sus puntos más altos, con más de 500.000 personas cruzando en 2023. Un año después, el presidente declaró que el paso está prácticamente cerrado, reflejando una drástica caída en los cruces. Su gobierno firmó ese mismo día un Memorando de Entendimiento con Estados Unidos que impulsó vuelos de repatriación financiados con seis millones de dólares por Washington.

El primer vuelo de retorno salió en agosto hacia Medellín con una treintena de colombianos. Desde entonces, se repatriaron más de 2.300 personas hacia países como Colombia, Ecuador e India. Sin embargo, la mayoría de los migrantes, los venezolanos, no pudieron ser deportados por falta de acuerdos diplomáticos entre Panamá y Venezuela. La implementación de barreras físicas y el temor a ser devueltos contribuyeron a disuadir nuevos cruces, provocando incluso la separación de familias.

El flujo migratorio disminuyó aún más con la llegada de Donald Trump nuevamente a la presidencia de Estados Unidos, quien canceló el programa CBP-One y adoptó políticas más restrictivas. Las estadísticas oficiales muestran un descenso radical en los cruces del Darién, pasando de más de 2.000 migrantes diarios en abril de 2023 a solo 10 en junio de este año, lo que Mulino consideró una misión cumplida en su política migratoria.

Estos números contrastan con años anteriores, como 2023, cuando más de 520.000 migrantes cruzaron la selva. En 2022 fueron 248.000, y en 2024 se esperaba superar el récord, aunque la tendencia se revirtió abruptamente. La región del Darién, antes saturada por el paso constante de personas, ha cambiado por completo, y poblados como Bajo Chiquito han visto desaparecer la actividad económica que generaba el flujo migratorio.

En ese poblado, al que se accede por el río Tuquesa, los residentes solían transportar migrantes en canoa por 25 dólares el trayecto. Hoy, ese negocio está casi extinguido. Solo quedan restos de aquel paso masivo: ropa abandonada, mochilas rotas y señales marcadas en árboles que servían para no perderse en la selva. El albergue de Lajas Blancas, que acogía a los migrantes, fue cerrado en mayo, y ahora solo transitan por el río los habitantes locales.

Aunque la mayoría de migrantes ya no cruzan por esa ruta, aún permanece abierto el centro de retención de San Vicente. En una visita reciente, EFE lo encontró vacío, sin migrantes alojados y con instalaciones desiertas. Solo quedaban algunos grafitis escritos por quienes pasaron por allí, dejando mensajes como “Livertá”, “Suéltame” o “Panamá Prisión”, reflejo de las duras condiciones vividas por quienes intentaron cruzar el Darién.

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