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El costo ecológico del filtro viral inspirado en Studio Ghibli

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El costo ecológico del filtro viral inspirado en Studio Ghibli
El costo ecológico del filtro viral inspirado en Studio Ghibli

10 de abril de 2025 – Madrid – EFE.

La moda viral en redes sociales de transformar fotos con el estilo visual de Studio Ghibli ha fascinado a millones de personas en todo el mundo. Esta tendencia ha permitido a los usuarios convertir escenas cotidianas en imágenes con una estética encantadora y nostálgica, evocando la magia del famoso estudio japonés. Sin embargo, detrás de esta actividad aparentemente inofensiva, se encuentra un trasfondo preocupante que pocos consideran: el considerable impacto ambiental de la inteligencia artificial que hace posible estas creaciones.

A pesar de lo entretenido de estos filtros y herramientas, su funcionamiento depende de una enorme infraestructura tecnológica. Cada interacción con sistemas de IA implica el uso de centros de datos compuestos por miles de servidores. Estos equipos requieren constante refrigeración debido al calor que generan, y una de las formas más comunes de enfriarlos es mediante sistemas que consumen grandes cantidades de agua, un recurso cada vez más escaso.

El proceso de enfriamiento por evaporación en torres de refrigeración es especialmente intensivo. Aunque resulta eficaz, implica el uso continuo de agua, que se pierde en su mayoría al evaporarse. Según estimaciones recientes, cada serie de interacciones con herramientas como ChatGPT puede utilizar hasta medio litro de agua. Además, esta cifra no contempla otras fases del ciclo tecnológico que también requieren agua, como la producción de microchips.

Investigaciones recientes muestran que el consumo hídrico de la inteligencia artificial va en aumento. La OCDE advierte que para el año 2027, el uso de agua asociado a la IA podría situarse entre los 4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos anuales, superando el consumo de países enteros como Dinamarca. Compañías como Microsoft, Google y Meta ya han reportado incrementos considerables en su uso de agua, en gran parte debido al entrenamiento de modelos de IA avanzados.

La vocera de Greenpeace en España, María Prado, subraya que el agua en los centros de datos se destina no solo a refrigerar, sino también a generar electricidad y fabricar componentes como chips. Detalla que la refrigeración puede usar entre 1 y 9 litros de agua por cada kilovatio hora de energía consumido, y que la generación eléctrica en sí puede evaporar aún más agua, lo que revela una dependencia significativa de este recurso vital.

No todos los sistemas de inteligencia artificial tienen el mismo impacto ambiental. Herramientas como ChatGPT, DALL·E o Midjourney tienen distintos niveles de consumo dependiendo de si generan texto o imágenes. La creación de imágenes, por ejemplo, exige más procesamiento de datos, lo que aumenta tanto el consumo de energía como la necesidad de agua para refrigeración. A pesar de esto, muchas empresas tecnológicas no revelan datos completos sobre su huella ambiental, lo que dificulta evaluar el verdadero alcance del problema.

Frente a esta situación, se vuelve urgente promover un uso más consciente y responsable de la inteligencia artificial. Las empresas deben adoptar medidas sostenibles, como optimizar sus algoritmos, reducir el consumo de agua y apostar por energías renovables. Algunas, como Microsoft, ya han anunciado compromisos para ser “positivas en agua” antes del 2030. Sin embargo, tanto especialistas como activistas coinciden en que la transparencia y la regulación son fundamentales, y que los gobiernos deben asumir un rol más activo para garantizar que el desarrollo tecnológico no se haga a costa del medio ambiente.

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